Dentro del marco de la situación que estamos atravesando, me propuse a retratar algunos sentimientos y estados de ánimo que florecen en nuestro día a día, así como la situación en sí y la belleza detrás de todas estas cosas. Por esto, el vestuario es oscuro, los colores son pálidos y las expresiones son neutras. Todo esto retrata la angustia, incertidumbre, y preocupación que nos invaden más a menudo en estos tiempos. La persona retratada se encuentra frente a un espacio blanco y con pequeñas destrucciones, que en ambos costados contiene rejas, simbolizando la sensación de encierro y la falta de libertad. El espacio en blanco y la posición del retratado, mirando hacia el lado más claro y blanco de la imagen, con el lado más oscuro fuerza de su vista, indican el espacio imaginario en el que el retratado se encuentra, un lugar de esperanza y paciencia por lo que nos depara, la fuerza de mantenerse estable ante la falta de certezas. El rojo de su pelo representa para él mismo, en él y en la imagen la pasión con la que vive su día a día y con la que realiza sus actividades. Propuse el cigarrillo y su humo como símbolo de la imprudencia, el desenfado y el desinterés con el que mi generación, la juventud y el retratado en sí nos manejamos y vemos el mundo.
También se encuentra esta imagen, que consideré no optar como elección final por no apreciarse tanto el entorno. Con una postura más bien indiferente hacia lo externo, hacia quien toma la fotografía y hacia el contexto, concentrado en lo que está haciendo. No hay lugar para problemas del afuera.
Otra propuesta era esta imagen con él mirando a cámara y soltando el humo del tabaco por la boca, para representar también su postura desafiante y la de esta generación.
Para capturar la imagen utilicé una Canon EOS T3, con un tele 75/300mm, en posición recta hacia el modelo. Fue tomada en la calle, a unas cuadras del lugar donde el retratado reside, con la luz natural de un día soleado (sábado 15/05), entre 14 y las 15hs.
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