Para este segundo intento, quise continuar con la ruptura de una idea expuesta y expresada en las anteriores consignas, con el avance sobre el mismo. Para esta experiencia preferí que la luz y las emociones positivas refloten y tenga su espacio dentro de estas experiencias. Por ello, cambié el lugar elegido en primera instancia, mi habitación, por otro, por uno que contiene inolvidables horas de continuo afecto, comodidad y entendimiento. Elegí una parte de la sala de estar de la casa de mi pareja, el lugar en el que pasamos tiempo juntos, el lugar donde nuestros encuentros cobran su sentido, el lugar donde nuestras actividades, así como nuestras ideas y formas de entender la realidad, se mezclan. Un lugar de esperanza, protegido del caos y la incertidumbre que nos rodea y que nos acompaña constantemente. Un lugar en donde las emociones negativas tienen acceso denegado, o son invitadas únicamente en favor de ser parte de un cambio y un crecimiento. Un lugar que podría ser oscuro como cualquier otro, pero que tiene el privilegio de ser iluminado por distintas fuentes de energía.
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